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Luis P

EL LIBRO DE LAS SALVACIONES

Sobre Las gallinas no tienen remedio de Luis Palacios Kaim

Impronta Casa Editora

Es bien conocida aquella sentencia proverbial que afirma que “la historia la escriben los vencedores”. En muchos sentidos podría leerse la historia de la modernidad como la historia de la tortuosa insurgencia de las visiones de los vencidos en contra de la lógica brutal que subyace a esta máxima. La literatura desde finales del siglo XIX y durante el último siglo se preocupó por recuperar las narrativas contadas desde las perspectivas excluidas por la tradición. Algunas de las más grandes obras de este periodo buscaban narrar la historia secreta de todo aquello que quedó fuera del canon y las visiones dominantes durante siglos. Desde Crimen y castigo hasta Tiempo de silencio, pasando por UlisesLa señora Dalloway o, más cercano a nuestro contexto, Al filo del agua, intentaban contar una historia desde aquella visión que el filósofo español José Ortega y Gasset llamó “las circunstancias”.

Célebre es la frase de Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia”. Sin embargo, el elemento más iluminador de su pensamiento está en su prolongación: “y si no la salvo a ella, no me salvo yo”. En otro lugar, el filósofo se extiende en su explicación del concepto de “salvación”:

Dado un hecho—un hombre, un libro, un cuadro, un paisaje, un error, un dolor—, llevarlo por el camino más corto a la plenitud de su significado. Colocar las materias de todo orden, que la vida, en su resaca perenne, arroja a nuestros pies como restos inhábiles de un naufragio, en postura tal que dé en ellos el sol innumerables reverberaciones.[1]

La salvación aparece como un modo de interpretar un hecho que ha sido “arrojado a nuestros pies” por la vida como un “resto inhábil de un naufragio”. Salvar una circunstancia es una manera de introducir en la lectura el principio cristiano contenido en el Salmo 118: “la piedra que desecharon los constructores se ha convertido en la piedra angular”. Bajo este principio, la lectura como salvación busca incluir no sólo las grandes joyas sino también aquello que los mercaderes llaman “pedacera”: los fragmentos descartados e informes que, sin embargo, contienen metales preciosos.

El libro Las gallinas no tienen remedio del sociólogo y filósofo mexicano Luis Palacios Kaim (publicado en 2015 por Impronta Casa Editora) es, a todas luces, un libro de salvaciones. Fragmentario, por momentos inexpugnable y enigmático, en otros, transparente y ameno, esta obra de Palacios Kaim es una recolección (sic) de epifanías. Y decimos aquí “recolección” más que “colección” siguiendo la reflexión ofrecida por el propio autor: “el coleccionista se desvive por cada una de sus piezas, el recolector considera a su amasijo como la única unidad viable”.

Una colección se asemeja más a la disposición que requiere el montaje de la exposición museística o el libro de poemas. En ella prima el orden y la necesidad. En la recolección, “el amasijo”, priman el azar y la contingencia. Su constitución es inestable y, por ese motivo, es imposible afirmar que cada elemento que la integra sea una unidad completa o bien un fragmento extraviado.

En esta obra se homenajean esas “pinturas que en una exposición se colocan junto a la obra maestra” que Palacios Kaim afirma preferir y que asemeja a “deliciosas mucamas” al servicio de la “opulenta dama”. En sus páginas tienen cabida las parábolas críticas que me recuerdan a la marginalia más brillante de Adorno y Benjamin, pero también los chispazos de ingenio verbal, las reflexiones metaficcionales y hasta sentencias reminiscentes a Heráclito. Al afirmar que “las gallinas no tienen remedio” (fragmento que sirve de título al libro) me pregunto si el autor está postulando la imposibilidad de resolver las leyes de la causalidad o si nos presenta una imagen zen despojada de acontecimiento o si sencillamente precipita sobre nuestro rostro un pastelazo absurdo. En un libro de salvaciones, en una “recolección” de textos, como la de Palacios Kaim es posible iluminar las circunstancias bajo la única luz que su recato les permite: la de una inagotable curiosidad.

Pero también me permito leerlas situándolas en otro contexto: el de un gesto artístico. A las páginas de Palacios Kaim es posible aplicar lo que el escritor mexicano Luigi Amara escribe sobre los museos de arte contemporáneo: “lo imprevisible, lo que había sido antes rehusado, incluso lo accidental y repugnante se presentan de cuerpo entero en la casa de las representaciones”. Estas palabras las encontramos en el ensayo Una caja adentro de una caja adentro de una caja de Luigi Amara (Impronta, 2015), libro de título abismal pero vocación somera que busca acercarnos a las cuestiones estéticas fundamentales del arte contemporáneo. Asimismo, en lo personal, me sirvió como un acompañante ideal para la lectura de Las gallinas no tienen remedio de Luis Palacios Kaim. Y es que, así como los ready-made del arte contemporáneo introdujeron en el museo aquello que antes era considerado insalvable, Palacios Kaim se permitió recolectar en un libro fragmentos de índoles diversas que, en su conjunto y unidad, aún respiran, vivos. Tanto Palacios como Amara, siguiendo de cerca el pensamiento de Giorgio Agamben, nos recuerdan que el único arte posible en la actualidad es aquel que todavía es capaz de profanar, de transgredir las fronteras de lo sagrado y lo cotidiano para confundirlos entre sí.

Amara nos describe a los creadores actuales como “legiones de pepenadores” que “salen todos los días a hurgar en los vertederos de la civilización en busca de un trozo puntiagudo, amenazador, salvaje, todavía ardiente, para exponerlo a la mirada incrédula de los demás”. Esa vocación crítica de los mejores artistas contemporáneos sin duda es compartida por Luis Palacios quien, sin embargo, no se considera un vanguardista, sino todo lo opuesto. En Las gallinas no tienen remedio afirma: “me he retrasado tanto en la retaguardia que ya casi soy vanguardia”.

Desde lo más profundo de la retaguardia cultural, Palacios Kaim nos aguarda con modestia para mostrarnos que de nuevo, ¿y cuándo no?, nuestro destino es el origen.

Alejandro González Palomares

 

[1] José Ortega y Gasset, Meditaciones del Quijote.

 

link al artículo en : http://improntacasaeditora.com/administrador/el-libro-de-las-salvaciones/